Por qué los Santos de los Últimos Días construyen templos

06.03.2013 00:00

Un mandamiento con bendiciones

Desde los tiempos del Antiguo Testamento, el Señor ha mandado a Su pueblo construir templos ―estructuras sagradas donde Él podía enseñarles, guiarles y bendecirles. Por ejemplo, el Señor mandó a los israelitas construir un tabernáculo portátil, el cual funcionaría como su templo mientras anduvieran por el desierto (véase Éxodo 26–27; 40:35). Referencias adicionales a templos en el Antiguo Testamento se encuentran en 2 Crónicas 5:1–14; 7:1-2 (Templo de Salomón) y Esdras 3:1-13; 6:3 (Templo de Zorobabel).

 

Tabernáculo portátil

El Señor mandó a los israelitas construir un tabernáculo portátil, el cual funcionaría como su templo mientras anduvieran por el desierto (véase Éxodo 26–27; 40:35).

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Cuando Jesucristo estuvo en la tierra, el único templo existente se le conocía como el Templo de Herodes. Jesús a menudo se encontraba en este templo (véase, por ejemplo, Lucas 2:40–49; Mateo 21:10–14).

Después de haber sido rechazados y la muerte de los apóstoles de Jesús, no hubo templos en la tierra durante muchos siglos. Cuando se restauró el evangelio de Jesucristo a principios de 1800, el Señor nuevamente mandó a su pueblo a construir templos (véase D. y C. 88:119; véase también la sección 95). Los primeros templos de la Iglesia restaurada se construyeron en Ohio, Illinois, y con el tiempo en Utah. Actualmente la Iglesia cuenta con 140 templos en funcionamiento por todo el mundo. Sin importar la ubicación o la época, los templos son los lugares más sagrados sobre la tierra, un lugar donde el cielo y la tierra se encuentran y donde nos sentimos cerca de nuestro Padre Celestial y Jesucristo.